Odian la emoción que invitaste
y la habitación misma en que comimos
la tertulia de cuerpo que habitaba.
Vuelven a sus casas mascullando
odio con sus estómagos firmados.
Secretamente comparten sin saber
los mismos exactos réprobos comentarios.
Que si la barbilla debió cerámica a la suerte.
Que si un terrón fugaz es más erizo que locura.
No pararán hasta que sea secreto estatua por estatua.
Se diluirá por las alcantarillas después de la lluvia.
Pero tendrá sí sitio en mi noche porque yo
que no sé si existo
no puedo evitar amar lo que conozco.
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