Memoria: establos de Augías.
Ya en malolientes olvidos
o recuerdos fermentados
tras basílicos candados,
ahí está todo, estiércol sobre estiércol,
y su olor empaña el futuro de los dioses.
Cada amanecer termina el plazo.
Hay que limpiar el establo
en el río de los sueños y nacer
convertido, odio y cariño,
en un héroe, vestido, fuerza
y perdón, con una túnica nueva
en la mañana de los pastos.
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