viernes, 1 de octubre de 2010

Reconocí en tu odio un grito de ternura.
Recociné en tu honor un kilo de ternera.
¡Qué embaucador un faro
que invita a tierra firme!
¿Acaso has estado perdido alguna vez,
con las distancias anuladas en un negror primigenio?
¿De veras me aseguras que has
anclado el tiempo y que en tus puertos
no perderé mis días a la deriva?
Entonces creo en ti, desde tu sombra
seguiremos surcando el universo.