miércoles, 26 de enero de 2011

La idea me ha secuestrado
y pide incógnitas por rescate.
Yo me he escapado de ella para pagarle.
Trabajo arduamente día y noche
limpiando y planchando enunciados.
Un momento de genio, un momento de respiro.
Puse mis momentos de furia, mis momentos de pasión,
mis momentos de miedo, a jugar a las cartas,
con apuestas; a bailar, y espiaba sus turnos;
a discutir dialéctica barata.
Luego llegaste tú, y todos
se escondieron detrás de mis actos.
Atrapado en este extraño estar que es el marcharse.

Sinapsis

Un tren desde el cariño hacia la culpa coincide, unos momentos tangenciales en la misma dirección y en el mismo sentido, con otro que viaja entre conceptos desconocidos. Los pasajeros se miran entonces, se observan entonces, casi quisieran hablar al contemplarse. Porque el resto del paisaje ha salido flotando: los cuerpos, los ojos, los cristales, el mundo, entre deseos, memorias, delirios, bailan ingrávidos los círculos o las rectas, lo olvidado o lo aprendido, la finalidad de los actos, el minuto en la estación, el estar o el despedirse. Pasado el momento, el tren se aleja; pero el paisaje lo sigue, como si quisiera, vacío y voluntad, volver a construirse.