domingo, 25 de septiembre de 2011

Qué gesto darías si supieras que cada matiz
te será devuelto, casi como un beso o una bofetada,
por el Otro, siempre atento, siempre despierto.
Y cuál si te atravesara el poderoso convencimiento
de ser abrazado por el más estremecedor de los vacíos.
¡Píllalos, píllalos, que se escapan tus pecados!
Podría parecer ridículo ese correr encorvado,
tras los caprichosos correteos de nuestros errores
tan pesados de llevar;
pero, no lo olvides, ese es el gesto de la humanidad.
El amor tiene algo de humillante para quien no lo posee.