martes, 15 de abril de 2014

Él se afana
todas las tardes en entrar con disimulo.
Con cuántas artes evita luces y criados
hasta llegar a la plaza del placer en palacio.
El pobre ni siquiera sospecha
que yo estoy al corriente de todo porque sé
que ha leído mucho.
El pobre no se para a adivinar 
que no tengo dinero para criados que quieran
trabajar gratis a esas horas.
El pobre no sabe que todas las noches
-y no es que esté maldito, es simple naturaleza-
salgo a pasear.