sábado, 13 de septiembre de 2014

Los tres padecían largos periodos de insomnio. Alex frecuentaba tascas de juego, los tugurios sombríos en los que se apostaban insólitas pertenencias, los pisos de estudiantes donde se organizaban esotéricas orgías, duelos a muerte. Luis deambulaba solo mascullando pensamientos viles, gloriosos, estrategias en cada rincón de la ciudad poblada de ecos, gatos y sombras. Debieron conocerse ellos primero; sin embargo, Luis dio antes con la luz encendida en la buhardilla de Ernesto, quien consumía más horas que su lámpara en estudios y lecturas.