Abandonado por la totalidad.
Despreciado por el uno.
Asumiendo los límites
de mi propia rebelión.
Si de cada detalle hiciéramos un absoluto,
no habría detalle, no habría absoluto.
Y nuestra vida es la prueba fehaciente,
en su empeño por demostrar lo contrario.
Aquí acaba la enfermedad de mi vida,
en un lateral de la palabra conocimiento.