La luz y los añicos de las estrellas,
como juguetes rotos, rompen contra
las luces de la cuidad-árbol, de las arterias,
de las palmas de nuestras manos cuando
aplauden las leyes.
Es un naufragio de ciencia y opiniones.
Como islas inalcanzables se ven, por
las decisiones políticas, espejismo
ahogando sus aplausos, más cerca.
El tiempo aprueba con su firma curva.
Pero es el mar oscuro quien aplaude
y sus palmas las olas de la muerte.