Tú eres mi único ahora. Y aquí no hay ironía posible.
Disfruta del malvado, lo juzgues tú o no, o lo hagan otros o deshagan. O acaso la vida que tanto amas no acabará por destruirte. Pero, desde luego, no le hagas caso.
Entiendo que las estrellas tengan la oscuridad como religión; pero no pensarás que es cosa mía creer en su juego.
El lobo de tu amor bajo la piel de cordero de tu indiferencia. No lo ves en el espejo; pero yo puedo enseñarte sus mordiscos.