domingo, 18 de agosto de 2013

Nuestra historia construye en el mar un vacío inestable.
Sus paredes son robos al viento que se deshacen.
Hay castigo, piel, fuerza y locura, a base de brazos.
Nuestros ojos arrastran su mirada por ignorancia seca
y nuestros pies son mensajes detrás de la noche estrellada.
Cartas, besos y abrazos son una civilización perdida.
Quién comprenderá el legado de nuestro amor
el idioma de nuestra pasión rezumando objetos.
Cuando de tanta insistencia rompamos el cántaro
que le robamos a los dioses para nuestro viaje.
Las paredes sólo son espejos
que han posado su vuelo un momento.
Ninguna mirada refleja la libertad. Pero hay
excepción en tus labios.
El hombre quiere hablar de su tecnología, importante.
La mujer es la envidia del mar. Su padre es la sangre.
Es lenguaje, es querer, pérdida y objetos
se confundan en las palabras devueltas
a la memoria que no sabe de noches de amor.