Algunos se asombran del calor de mis caricias,
cuando es el fuego de tus dedos que persiste
ahora en ellos. ¡Si supieran!
Pero muchos son piedras, otros duermen,
y los que están despiertos están lejos del
lenguaje y el que comprende no te vivió
–aquella habitación, la luz anaranjada
ardía de las cortinas, y aquel viaje nuestro–
y sin embargo lo veo alejarse
con tu misma despedida.
martes, 14 de mayo de 2013
Los hombres se matan a mordiscos, no te extrañe.
Se arrojan unos a abismos de estructura y sangre,
otros usan vísceras como proyectil.
Hay grandes himnos de envidia.
Cómo fueron nuestros cuerpos, yema a yema
en esa noche. Como nuestros civilizados
pasos echan de menos de vuelta a casa
el hogar arderá a partir de ahora.
Cómo serán los días que llamamos humanos.
Se arrojan unos a abismos de estructura y sangre,
otros usan vísceras como proyectil.
Hay grandes himnos de envidia.
Cómo fueron nuestros cuerpos, yema a yema
en esa noche. Como nuestros civilizados
pasos echan de menos de vuelta a casa
el hogar arderá a partir de ahora.
Cómo serán los días que llamamos humanos.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)