lunes, 27 de junio de 2016

Quieres tocar este cuerpo que se pudre.
O acaso dejar rienda suelta a tus manos
delirantes. Quiero tocar ese cuerpo que
arde y apura el breve tramo de su brillo,
de su calor, de sus hermosos movimientos,
antes de que sea relato, trazo de escriba
en otras manos.
Ejercicio rutinario.
Saber que pude 
conocerte. Saber 
que te recuerdo
aun sin haberte
conocido. Saber
el sabor de tu boca
sólo lo que dicen
las leyendas.
Es improvisada, la sangre; sólo
que la médula sabe hacer pocas
cosas. No. Nada sabe. Improvisa
con lo que tiene y eso sale. No,
nada tiene. Sangre, médula,
argumentos para hablar
apenas un momento.
Está colgado por pinzas. Quien
habla olvida que usa el lenguaje.
El viento 
mueve; es un dios, en esta alegoría.
No conocemos el objeto. Cuando
no sé hablar de ti, ni el lenguaje
te ha inventado todavía.