viernes, 11 de septiembre de 2015

Fiat lux

El viento escapaba del sol con cierta condescendencia.
Era un halago rotundo el beso de la lluvia sobre el suelo.
Un árbol nuevo es un regalo para la envidia de la tormenta.
Hasta los pájaros sabían que la madera sería testigo del océano. 
Los barcos siempre llevaban consigo un velo de metal
y veinte cañones de seda con que roer los corazones eléctricos.
Un disparo tarda más en culminarse que dos amantes en idear
la culminación de un rascacielos todo cubierto de espejos y boca.
El que se lanza al vacío abre la moda de su tristeza para el estudio
de una meteorología de sensaciones que no admiten antigüedades
ni cifra, pero son tolerantes con los deseos de los pobres mortales.