La belleza es un error y un lugar; pues, ¿qué necesidad habría de ella de no ser por los errores, que habitan y limitan los espacios? Pero siendo lo contrario del error, acaba convirtiéndose en lo contrario de sí misma.
La precisión con que los tiempos se anudan al objeto y es paisaje soñado, presente y pasado deseable, he ahí el suceso humano, la idea imperecedera. Sin que oigamos reír a la ignorancia.