viernes, 25 de julio de 2014

Ejercicios de sinceridad

I
Debo confesar que llevo tiempo
escribiendo no para decir ni queriendo decir
sino para encontrarme con el escrito. Que sea
este quien proponga lo dicho o lo decible.


II
PROPOSICIÓN XXXIII  
En las ideas no hay nada positivo en cuya virtud se digan falsas.
Demostración:  Si lo negáis, concebid, si es  posible, un modo positivo del pensar que revista la forma del error, o sea, de la falsedad. Tal modo del pensar no puede darse en Dios (por la Proposición anterior); pero fuera de Dios tampoco puede darse ni ser concebido (por la Proposición 15 de la Parte I). Y, de esta suerte, nada positivo puede haber en las ideas en cuya virtud se digan falsas. Q.E.D.
 (Baruch de Espinosa: Ética, parte II)

 III
Los que consideran el gran hiato entre
la realidad, ese aparato libre incognoscible,
y el paisaje ameno y táctil y seguro de la palabra,
asumirán con rapidez que una distinta realidad
surge inmediatamente de cada escrito.
Pronto se desvanecerá y es un acto más que
efímero.

Escribir es el único momento de esa lectura luego imposible.

IV
Pero luego no te detienes a observar lo escrito,
me reparan los que me observan íntimamente en ese
acto.
¿Detenerme dónde? ¿Observar qué? Si es que confían
en que la memoria es exactamente el mismo acto
observado.
Me dicen “quieres”, y yo respondo “es inevitable; pero
¿qué tiene que ver impulso y resultado?”


V
nunca es eso lo que uno quiere decir
la natal castra
la lengua es un órgano de conocimiento
del fracaso de todo poema
castrado por su propia lengua
que es el órgano de la re-creación
del re-conocimiento
pero no el de la resurrección 

(Alejandra Pizarnik: En esta noche, en este mundo)

 VI
Cuando uno quiere decir, qué podrá decir
sino lo que ya está dicho o lo que es posible
decir mediante el lenguaje. Cuando uno sale
al encuentro de lo dicho, cualquier cosa
está aún por decirse.
Y ese mundo aún por descubrir también es mío.
Y ese señor también soy yo.
 

VII
Decir es más importante que lo dicho. Nicho.
Escribir es más importante que lo escrito. Pito.
Amar es más importante que lo amado a nado
porque la importancia carece tanto de objeto
como la palabra de portancia. No me oculto.
 

VIII

Por este motivo, en la poesía árabe, tanto a la "letra" como a la "palabra" se las llama "velo". Esto se debe a que el sentido y la verdad residen detrás de la letra. La "palabra" nunca puede agotar la cosa. Por este motivo la lengua o el "decir" debe cambiar perpetuamente, evolucionar y fluir desde la fuente como el cuerno de la abundancia del mundo; si no, cae en la inercia convirtiéndose en una suerte de "velo" petrificado sobre la cosa en sí.
El nombre sería pues un velo sobre la cosa. Para conocer las cosas sería necesario verlas más allá de su nombre, en otras palabras, sería preciso llamarlas siempre mediante nuevas denominaciones que a su vez se convertirían en "velos" si ellas mismas no se transformaran.
(Adonis: Hacia una estética de la metamorfosis)


XI
Debo aclarar
que el músculo no es pura ingenuidad, sino
ausencia de plan, persistencia de la resistencia,
ilusiones de una consonancia perdida con los años
recuperada por un instante y escondida como egoísmo.
 

X
Nada engaña.
Si algo engañara, no podría ser concebido como engaño por el conocimiento.
Si algo pudiera ser concebido como engaño por el conocimiento, sería re-construido como cierto por la palabra.