sábado, 9 de febrero de 2013

En tu mejilla hay fuentes de las que quiero beber.
Hay curvas que dan origen a civilizaciones.
Dedos, brazos empiezan espuma y olas.
Un parpadeo brota y comienzo
a quererte de otra manera a como te quiero.
Nunca más. Siempre de nuevo.
Además de una puerta, cada objeto, en el vacío poroso, sostiene parpadeos o latidos, que aprenden a acompañarte.

Me cogiste como un guante y nos espiaban las marchas.
Esa llave me avisaba de la abstracción, y esa obsesión obsesa por los giros.

Elijo el regalo que tú supones en mi contra, y queda olvidado como un juego de niños.
Lo ves si es hito de un final; según interesadas fugas.