lunes, 4 de marzo de 2013

Siete tópicos sobre el instante

Desde esta orilla cambiante del mar
donde huesos y monstruos rectifican
su conciencia me entrego y desnudo
a los apetitos de un día
en que no pude salvarte.
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En la barca del recuerdo quiero morar,
porque la ausencia es mi roca.
El viento medita su curiosidad fueras y fueras
y en la ribera los niños juegan y los peces.
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Cuando del tibio jardín sembrado
hace tiempo en tus labios
fui expulsado juré pero detrás
gesto y letra quedaron quietas
las sombras de mí y ya no volveré
a repetirlo.
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La idea en su perpetua insinuación y retirada de curva
lujuriosa me impide ver el anhelo de mis manos y mi boca
pero me anima en su idioma extraño tal como te quise.
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Lo mío huyó.
Cuerpos muertos y extraños se agolpan en la casa.
Insisten en llamar. No atienden a mi mirada que vuela lejos.
No es mía y llaman. No dejarán espacio.
Ellos creen bailar en una alegre y fiesta dolorosa
mientras dure el puro tú exterior que les consume.
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Feliz aquel que carece
de otra ocupación que dedicarse
por entero a la gramática
y no conoce el picor del cuerpo
ni el escozor de la amistad.
Feliz aquel que no ha oído hablar
de la vida ni por lo más remoto
y vive atesorando su propio ejemplo.

*



Este hogar, vacío, que te traigo

De qué belleza y gracia he de pintar tu devenir,
vacío de cuantos y otros costados o sabe dios.
y no me digas nada, rostro de mujer,
que en un solo pestañeo me arrancas
esa nada y corazón y mente que respiro.