lunes, 24 de diciembre de 2012

Espontaneidad, divino tesoro

Creo en la pertinencia narrativa.
Una, trina y poderosa,
en su siempre oportuna ubicuidad;
y si no existiera, nuestra sería la obligación
de hacer que las cosas vengan a cuento.
Por un momento has creído que esto era un infierno.

Vivimos una hiperrealidad

Lo llaman gobierno
pero qué de él permite a uno
el gobierno de uno mismo.

Lo llaman educación
pero en qué medida ella os lleva a cada uno
al conocimiento de uno mismo.

Lo llaman sufrimiento
pero nada hay en todo ello
del sufrimiento de uno mismo.
El tiempo está en racha, punto.