miércoles, 22 de octubre de 2014

Aurora tuvo tres hijos: uno de ellos era un gigante. Salía muy poco de casa porque le cansaba andar. Pocos recuerdan algo de su infancia. Mediodía, el gigante, pasaba largas horas estudiando la historia de la ciudad. Él sí conocía las infancias de todos y cada uno. Tenía a su servicio un séquito de exploradores que recogían aquí y allá chismes y anécdotas. Fue el primero en suponer la existencia del ladrón de cartas. Que consiguiera manter el secreto durante tanto tiempo fue una proeza proporcional a su tamaño.