jueves, 13 de marzo de 2014

Estudio de una mujer con abrigo celeste XII

Otro sí habló con ella. Tuvo algo que preguntarle. Esto tiene algo de recuerdo fantasma. Otros posiblemente. Junto al árbol de la memoria. Un patio diáfano bajo un cielo gris y lloroso. Yo no; pero este lamento pertenece a otra historia. En ese instante me veo en otros asuntos, tal vez embriagado en lo que ha resultado ser esto mismo, aún sin saberlo, alejado estúpidamente de ella.

Estudio de una mujer con abrigo celeste XI

Estos son todos los detalles que recuerdo. Todos los que otros detalles no me ocultan sin más. Todos los que están libres de mentira, libres de interés, libres de oportunidad. Así es como siguen sucediendo, faltando interrogantes.

Estudio de una mujer con abrigo celeste X

Varias veces pidió y esperó a que nos acercáramos. Que no nos quedáramos lejos. Sufría por su voz. Tal vez sólo era una excusa para romper el hielo. Tal vez era consciente del efecto remoto que esas ideas pudieran ejercer sobre nosotros. Como si cuanto me espera en la vida estuviera ya marcado por la presencia ineludible de sus palabras y su ruego y su cordialidad. Ya estábamos allí, nos esperaba, nos quería cerca. "No voy a comerme a nadie", esta frase coloquial, ¿también así en su idioma? Hipótesis y excusas cuando en el gesto no se adivina ni sentido ni causa.

Estudio de una mujer con abrigo celeste IX

Si oyera su voz, ¿la reconocería a pesar de sus palabras? ¿Y así su silueta a pesar de las ropas o las ropas a pesar de la silueta, como se diría de las palabras a pesar de la voz? Cuánto en mi egoísmo querría reconocerla y encontrarla de nuevo en otro instante fuera ilusión de mi empeño. Cuánto de lo que ella es o lo que está haciendo de mí con su apenas detalle hace surgir reconocimientos que se me escapan. Porque me desconozco tan exactamente como a ella. ¿Me reconozco? Volcados como estamos.

Estudio de una mujer con abrigo celeste VIII

No se encuentra detenida en una imagen de la memoria, porque falta demasiada comprensión. Eso no evita que ella esté aquí. Porque en su momento también era así mi desconocimiento, ni sería absoluta la atención previa. Sí entonces cuando ya, con su corriente de incógnitas habitaba conmigo. Con mi incomprensión, mi desconocimiento. Pero ella no es ningún proceso. Sigue el mismo instante en falta que huniera dejado atrás cualquier inmanencia.