martes, 24 de junio de 2014

Plan de fuga X

Siempre había pensado la fuga como una salida. Siempre había pensado el edificio como un castillo. Sin embargo, ¡era tan obvio!, los que huyen se fugan construyendo. El castillo alienta constantemente a ser conquistado. Pero y si la fuga, igual que renunció a su huida en el tiempo, tampoco es una fuga del lugar. Y si el edificio no fuera un castillo. Y si el repertorio de nuestras estrategias fuera, ni fantasma ni original, sino un trozo diminuto dentro de un gran tapiz de equívocos.
Estos pensamientos me llevan a la renuncia. Y pienso que esta renuncia es el sentido último de la fuga. Me tienta. Renunciar es la auténtica huida. Si es así, alimentaré con confusiones para justificar mi huida, posibilitarla, impedirla, descubrirla, equivocarla.
Sea como sea, estaré atrapado, atrapando y huyendo en el acto mismo y constante de renunciar.

Plan de fuga IX

He intentado ir hacia atrás: recomponer todo lo hilvanado hasta encontrar el sentido de la fuga original. Ya es imposible. Demasiadas líneas se cruzan y confluyen y siempre queda alguna sin reunir, como si descendiéramos por las ramas de un árbol sin tronco común y llegáramos a las raíces del bosque. Lo que es raíz apunta hacia las nubes húmedas y las hojas caen constantemente al suelo.
Pienso que intento huir de lo construido y me desquicio imaginando que esa es la fuga original, que intenta escapar del edificio creado para evitarse a sí misma.