martes, 9 de agosto de 2011

Las cosas son hermosas en tanto su paisaje
está enraizado con un instante del alma. Sabemos
de la belleza compartida, puesta en común con lo repetible
de cada alma. Pero en cuanto soy, único y diferente,
¿cómo ser capaz de percibir la singular belleza que me corresponde?
Yo puedo decir
soy hermoso
sólo porque la belleza
se haya presente en mis ojos
o a través de mis ojos
o en mis labios
o a través de mis labios.