viernes, 4 de marzo de 2011

Admitámoslo: Dios también es un ingenuo
y al mismo tiempo todo un maestro del cinismo;
en definitivas cuentas, la quintaesencia
del burócrata.
Mendiga de deseos sin gobierno,
Engañas al engaño en su camino,
Trazas en torno al tiempo un roto eterno,
Atrapas a la suerte en su destino;
Flor que bebieras sueños del infierno,
Orfebre de luciérnagas y vino,
Reina de peligrosa terquedad,
Aplastas con tu sello la verdad.
Y luego esas virutillas / que siempre, van por ahí /
hablando de narcisos / alejándose como ondas /
de los centros del impacto.