viernes, 8 de marzo de 2013

-prendere

En el Principio fue la Comprensión;
pero una comprensión sin Ser y sin Tiempo.
Y en ella sujeto y objeto de la comprensión
eran consustanciales a ella misma, pero sin
oposición, síntesis ni dialéctica, ni era
ni sustancia ni mismidad y sí otredad, sin otro.

Es evidente, ¡es evidente!,
que ya no habitamos (tú, yo, ellos) ese momento
–fuera del tiempo diríamos casi aún, acaso inminente–.
Lo nombramos de forma tangencial en el mejor de los casos
(sin comprensión en absoluto o en algún detalle).
Son otros muchos dignos de confianza.

Este momento, este lugar, saturados
de cariñosa amistad, de amor, sin queja.

Por qué te escondes. El día
no sabe de adentros ni atesora preguntas.
Yo sí. a pesar de mi piel que se escapa como sombras,
a pesar del redoble de un latido y unos labios
–algunos oyen susurrar ejércitos entre montañas
o eso dicen–. Yo sé que atesoro una espera,
como el sol se arroja desnudo al abismo.
Elección, elección, tan rápido te agotas.
Me decidí y me distraje en sentimientos.
Quise nombrarlos querer y añoranza se me escapan.
Invento para explicar ilusiones de ausencia.
Quien no comprende es sólo supuesto pero es.
Extrañeza en el otro sentido inevitable.
Si tomas partido me definirás como olvido y un no.
No terminará y los intentos tan tuyos como míos cuando extraños.
Ajenos no nos conocerán. Tanto sí mismos. Ellos presente.
Cómplices en la traición del conocimiento, perviértanse,
aunque lo llamen reglas o puertas o trampas
o dios.