miércoles, 5 de octubre de 2016

Solo estoy ciego

Caligrafían las penas y dejan la alegría
a la intemperie, al viento, a la buena 
de Dios. Tanta queja
cimenta los pilares de nuestra 
civilización, artesona sus tejados,
filigrana sus fachadas y sus dedos,
acueducta sus ciudades y alimenta
las demandas de energía (energía empleada
-a costes mínimos, máximos beneficios- 
para lanzar la alegría a la intemperie, al viento
solar, a la buena de un dios). Ven: ya me quejo yo,
y me quejo de mis propias quejas. ¿Ven?
O sólo yo estoy ciego.