jueves, 4 de noviembre de 2010

Intuición

Puño y cincel hincabas tu intención en la piedra.
Pero eran los añicos que saltaban
los que de verdad amaban tu arte.
Juzgabas, y crucificabas su estilo en una ley.
Analizabas, y sus actos bailan al ritmo preciso de sus símbolos.
Comentabas, y entusiasta su verbo contagiaba tu discurso.
Leías, y su mundo te esperaba agazapado para volver
a escribirte.
Sólo pasaremos esta noche en la posada.
¿Quién sabe qué civilización nacerá de nuestros actos?

Vergüenza

Amar es quitar nudos.

Castigo mongol

Tengo cada molécula de mi existencia, cada
ítem de mi pensamiento, atado a una oculta
dimensión. Hacia un todo nuevo de todas partes
se desplaza a velocidades inefables.
¿Qué será entonces lo que permanece en el aquí?