lunes, 22 de septiembre de 2014

Los lobos se quedaron en la ciudad varios meses. Durante el día era imposible encontrarlos. El Ayuntamiento y varias comunidades de vecinos organizaban batidas cada vez más multitudinarias y siempre infructuosas. La hipérbole y el misterio engordaban a la par que la frustración. Y por las noches el miedo mantenía las casas llenas y alerta; las calles prestas a los equívocos ecos. No hubo ni una sola prueba de los incidentes y sucesos que se relataban por doquier. Por supuesto conocí a muchos que aseguraban haber estado cerca del incidente, de conocer (ellos) a testigos directos de los hechos. Pero sólo Alicia me resultó convincente. No sé si sus historias o era su tono de voz o una predisposición mía la que me hacía creer, cuando nadie conseguía perturbar mi desconfianza.