miércoles, 26 de septiembre de 2012

Les presento a mi varias veces condecorada por las más altas consideraciones al mérito de lo endemoniadamente oportuno amiga impacienca.
Como ser
original, nadie
se da cuenta de mi
existencia; pero
como perfecto
y ecléctico
imitador no tengo
precio.

Pentágono maldito

Cansado de la saciedad latente en lo imposible.
Latiendo en lo que puedo saciarme sin cansancio.
Podría cansarme de este latir insaciable.
No me sacio de posibles latidos cansados.
Saciedad cansada late como no puede.
La idea de Bien, no diré
que ha hecho mucho daño,
pero sí que demasiadas veces
ha insuflado el error.
Para empezar, nos ha dificultado la comprensión (alguien alegará que fue una herramienta necesaria en su momento... ¡al carajo la necesidad y el momento ese!) de la ley de la selva, y nos ha impedido incluso su correcta asepsificación, inmunizaje, domeszicación. Como si el cariño fuera algo mejorable. (Vamos hombre, es que también he de confesar mis tentaciones con esa cuñada sexy y frívola, la Perfección... dejémoslo entre paréntesis y que sea lo que Dios quiera)
Bien pensado, tal vez sea la Idea
la que nos tortura el bien
como quien echa el grano
a las gallinas.