lunes, 11 de marzo de 2013

Recursividad ad infinitum

Él diría que al escribir sobre las cosas las duplico.
He ahí la cosa, diría, y allí la memoria de tu escrito.
He aquí tu escrito y, lejos, la memoria de la cosa.

Pero yo digo que lo que escribo lo arrebato,
lo arranco, lo cerceno limpiamente.
Y ahora paciencia pues lo que viene es el muñón.

Porque elijo como cosa mi mano: la escribo y
ya no está. Está en lo escrito, bien distinto. Y mi
mano ya no está, ¿qué escribe entonces?

Pero es más, escribo sobre lo escrito y sobre
el escribir mismo. Lo arrebato. Lo sustraigo
de aquella o esta dimensión. Ha pasado a la historia.

Escribo sobre la historia y no hay más historia.
La nombro, y al nombrar el nombrar ya nada
queda que pueda ser arrebatado más y sin embargo.

A ti te nombro y nada te arrebato
que no hayas dejado marchar ya antes
en ese aparecer de gota de agua
a veces vuelo en cascada
o sentenciosa caída torrencial
o elegante parábola en el surtidor
de una conocida fuente en un famoso patio
del glorioso palacio en este país tuyo y mío.