sábado, 30 de octubre de 2010

Estados

Dibujaba celdas, paredes y prisiones
para las fibras, moléculas, los átomos.
Luego supe que eran letras
y soportaban científicos discursos.
Tú llamas paz a esas envidias.
Yo llamo amor a esta guerra.
Quemaremos gritos y orgías
contra la venta de diccionarios.
¿Y el vino mismo de la uva no somos los humanos?
¿No somos el ganado del trigo y el pienso de los bueyes?
Somos los colosales planetas de los virus y bacterias.
Y somos los signos incomprensibles de las sondas espaciales.
Tú, yo, este momento.

Una historia de amor

Una pareja dormía tras varios ejercicios de fantasía. Las sábanas reposaban al latido de sus sueños. Entre los hilos, apasionados ácaros reconfortaban su olvido con las novedades del menú. Sus mal llamados estómagos trituraban lo que quedó de la piel y de los besos. Elegantes cadenas, ácidos y encimas rompían y enlazaban de carbonatadas proteínas. Ondas de energía quedaban enredadas, sin poder ser calor, entre dos átomos. Vacíos insondables. Misterio.