viernes, 4 de noviembre de 2016

III. La incomodidad de la prisión (d- "la sabiduría, el saber y el hombre sabio")

     –Pero, ¿y si la sabiduría fuera el más nefasto invento de las ciudades griegas?
     –¿Qué pasa, es que no piensas dejar nada a salvo hasta que no te pongamos la moneda en la lengua?
     –Deja hablar a Sócrates.
     –No necesito hablar, sé pensar solo; y, a las malas, me basta con mi genio. Sois vosotros los que os empeñáis en tirarme de la lengua.
     –Pues deja que te tiremos. Compadécete de nosotros que pronto dejaremos de oírte.
     –Pues esa misma es la base de mi razonamiento. Cuando consideramos las virtudes parece claro que la virtud del cantante se desarrolla cuando canta, y no la mezclamos con la virtud de la canción. Cuando consideramos la virtud del atleta, la consideramos mientras corre, cuando la carrera acaba, su hazaña queda a cargo de los poetas. Igualmente, la virtud del poeta estriba en la composición del poema; pero el poema, ya terminado, queda a cargo de los aedos y los cantantes. Así pues, cuando decimos del hombre sabio ¿cuál es su virtud?, respondemos que es su sabiduría; y aquí creo que respondemos erróneamente. La virtud del hombre sabio ha de manifestarse mientras sabe, quedando fuera de lugar su sabiduría.
     –Pero cuando decimos que un hombre sabe, es porque sabe algo, y ese algo es su sabiduría.
     –Pero obsérvalo bien. Decimos de un saber que es auténtico en la medida en que se corresponde con la verdad, con los objetos que nos rodean, los lugares, los actos. Así pues, la autenticidad de un saber no viene en virtud del hombre sabio, sino en la veraz correspondencia entre sus ideas. Y digo entre sus ideas, pues el hombre que sabe lo que es una montaña no tiene en sí la montaña misma, sino su idea. Es así que el saber del hombre se componen de ideas que no le pertenecen. Siendo así, la sabiduría sería ese mundo de ideas al que el hombre tiene acceso y a través del cual llamamos sabio; pero, en verdad, en nada sería virtud propia del hombre y no podríamos, siendo honestos, llamar sabio a hombre alguno.