viernes, 5 de noviembre de 2010

Llegué a una playa repleta de relojes,
pero sin un átomo de arena.

Otra historia de amor

Una pareja dormía tras varios ejércitos de fantasía. Trigo, banderas y electricidades batían su ignorancia interrumpiendo magma y aguaceros sobre el roncar de las rocas. Todo un planeta vigilaba las rencillas de asteroides contrarios. Y el miedo y la avalancha de un brazo de espiral los arrastraba a todos a una ilusión oscura y luminosa. Salvo las opciones robadas, por las colisiones de esas medusas colosales de estrellas que doblan la esponja del universo. E incluso antes de nacer, otros lugares incientificables vinieron esa noche a luchar desde la eterna explosión.