domingo, 5 de octubre de 2014

Crees que conoces a alguien porque identificas el sonido de sus llaves. El llavero de mi padre iba a reventar de tantas que tenía. Su sonido era inconfundible. Ahora podría decir que conocerlo era estar en casa cuando llegaba, ahora que no estoy yo, ni él, ni la casa. De entre todos los vecinos, aprendí cómo era el llegar de mi esposa. En cambio, confundo las voces de los vecinos y sus esposas: he vivido años en la confusión. Crees que conoces algo porque identificas el sonido de sus llaves. Y un día ves las llaves, las mismas que antes iban a reventar y ahora no pertenecen a nadie ni abren puerta alguna. En esta ciudad.