jueves, 23 de junio de 2011

La violencia con que la piedra se deja
acariciar por el agua y por la piel de la serpiente.
Unas alas sajan la espiral en el aire hormigonado de lluvia.
¡Con qué tranquilidad palas y grúas y tornillos
excavan lo que llamas civilización!
Porque tú, libre de preocupaciones, posas
tu mirada, que no es aire, ni luz, ni movimiento
sobre este acantilado terrible
del que han de surgir los deseados dioses.
Arropado entre sábanas y sábanas de convicción
que se revuelan con el viento que es
otra convicción, otras sábanas, otro vuelo.

Y lo que no, arropado digo, sueña,
y de su sueño se escapan los engaños
que, igual que se rebelan, se convencen
de que lo que dicen es verdad, y
lo demás, no sólo errores, falsas ilusiones,
sino intencionadas, suaves, ásperas, mentiras.