Del viejo amanecer las nuevas rosas quita
la noche despechada, porque no vino el día
y en venganza retira su sábana de estrellas.
Llega el día y espera, ilumina las cosas;
pero esta vez tampoco ha de llegar su amante;
como falta la noche, sopla y quita su luz.
Siempre amando y ausentes, despechados amantes,
puede que los veamos un momento reunidos,
si nosotros creemos, por el fuego que cruza
la antigua salamandra del nuevo atardecer,
en este pensamiento trabado en nuestras lenguas.