miércoles, 4 de julio de 2012

Traicionaste el anonimato del autor.
Traicionaste el anonimato del lector.
También el del idioma. También el de su arte retórica.
Fuiste cruel como sólo son crueles los diccionarios.
Paradójicamente, a nadie le importa.
Permite que me ría de aquel que te sueña desesperado.
Porque mi desesperación era como alguien que se reía
de mi permiso. Otra vez es la hora, faltan
minutos para que aparezcas, o suene el timbre,
o el viento vuelva a bromear con tu perfume.