sábado, 22 de junio de 2013

Amigo

El discurso está equivocado.
El auténtico lugar es el sueño.
Estamos despiertos para sostener esta biología
y perpetuar la obediencia debida a la máquina
que en su cortesano baile de funciones nos sustenta.
Y allí vigilamos los fantasmas y creemos.
El auténtico lugar es mujer este sueño.
No he visto otras montañas nevadas como tus pechos.
Esa noche me arropaste con tus labios y tus besos
amasaron mis huesos hasta hornearme en tu boca
–¡en esa noche se hundan los tiempos!–
y yo fuera el humo de tu cuerpo.
Me enamoran tus palabras y el deseo me tortura
en los detalles del mundo febril que viaja en tu silencio.
El discurso no habla.
Lo triste es que el hombre ha olvidado.