El sueño no me entiende. Piensa
que soy un entramado propio del caos.
El día me detesta, me maltrata,
con su aguijón vigilante no deja de incordiarme.
Me obliga a mirar un paisaje extraño...
¡qué tengo que ver yo con la vida!
A veces parpadeo con la eternidad.
A veces cuento las horas de mí mismo.