Denuncia tu propia tristeza. Pero hazlo
respetando su intimidad irónicamente.
Trata tu tristeza como a un otro.
Y así a cada cual, me digo a mí mismo.
Por el largo camino sin transitar
de la culpa, cuya imagen se dibuja
de oídas, igual que el tiempo.
Sé que desayunas pensando,
y que tu ropa quisieras
tejida por el padre o por el fuego.