viernes, 29 de mayo de 2015

Inevitable valentía

Probó a anclar en fuego el continente a la deriva.
Mil anillos de viento ignoran la trenza migratoria
y muy sesudamente se ve obligado a empezar.
Columnas de papel cosechan en la boca del hombre
mil briznas candentes de una caída perpetua.
Aquel que desnudo repasa su botánica.
Aquel que pide disculpas por su esmeralda torpeza.

Decisión retórica

Cada cosa que dices es un botón en tu blusa.
Cada definición del objeto es un tirón en el lazo.
Poco a poco la risa en los bares sólo fue un eco.
Urgente andas descalza de la cama al pasillo;
es sólo sed o el estudio de una mujer imperecedero.
El calor de la oscuridad y los vecinos en silencio.
Tus tobillos crujen, casi secretos, de vuelta a la cama.

Inevitable valentía

Las horas de luz se alargan y se alarga.
Los días de calor se alargan y llegan muy lejos.
La juventud alegre se alarga en tu casa.
El dolor. La estrecha compañía de la muerte.
La palabra. Se va alargando como un sueño
que se despega de su instante.

Decisión retórica

Pero construiremos una casa.
Habrá un cabello que cepillar y lo llamaremos siempre.
La crema sobre nuestras piernas
como si fuéramos las tostadas de algún objetivo
vital, ideal, comercial, sanitario, educativo, estético.
Reformar el color de la masilla entre baldosas del baño.
Al nuevo color lo llamaremos casa, y lo cepillaremos
como una melena que no es tenida en cuenta
por los medicamentos ni por la suciedad.