martes, 10 de enero de 2017

Hiroshima, amor mío

Silva de emociones es tu búsqueda,
no duradera. Khan radiante de las Indias
brumosas,  cartas de Ávalon y Thule
a las que nunca volveremos -admito
que escribo con aceite y humo-, al menos 
no por el Río de la Plata, con tantas líneas 
firmadas. Hundidas por los versos 
que Marguerite recitara con su voz (si alguna 
vez Marguerite Duras escribió versos
-Edén de Lemuria, Atlántida, perenne Agartha-
o tuvo voz). Invítame a vivir de ideas 
en penumbra, dime
que son tus labios; que son, tal vez, 
la página y tus dedos. Tal vez 
los frescos saltos de agua entre los cuales
moros y romanos escondieron sus diminutas ruinas,
en esta hirsuta y oscura Sierra de Córdoba.