lunes, 13 de abril de 2015

De sapone. f (meollo)

    Incapaz de renunciar al sexo, despertó la situación mis insospechadas virtudes artísticas. Tallaba en los bloques y pilares de jabón figuras con su cuerpo. No siempre me masturbaba, porque el jabón es increíblemente sucio para estas cosas. Pero casi siempre palpaba mi creación con añorante sensualidad. Es cierto que la tocaba con las manos, pero me apartaba con el cuerpo: el olor del jabón frustraba mis fantasías. Por supuesto, sólo besaba labios de jabón en los momentos más desesperados.
    No siempre la esculpía a ella. A veces hacía relieves de memoria sobre actrices que recordaba o incluso mujeres de la calle (en el buen sentido). Al principio, rápidamente las borraba para que no pudiera descubrirlas. Luego dejaba las siluetas de las otras mujeres para darle celos y que supiera que estaba molesto. En los momentos más delirantes de mi agobio, reproducía animales. Más adelante pasé a los monstruos. Finalmente, di rienda suelta a mi imaginación creando figuras imprevistas, imposibles. Alternaba unas con otras según mi estado de ánimo.
    Sin embargo, al cabo de encontrarme con mis propias obras, como testigo yo de mis sentimientos, deformadas ellas además por el jabón y su evolución propia, acabé por asquearme del arte escultórico.
    Así, mi sexualidad acabó también resignándose.