domingo, 3 de marzo de 2013

Consejos para una moral fácil de seguir y fácil de entender

Bien. En primer lugar yo huiría
de los extremos revolucionarios; pero eso
yo, cuidado: la moral con no creérsela
es suficiente, no hay por qué
imponerle nuestro escepticismo a ningún otro.
Hablar lo más explícitamente posible, y a ser
posible con ironía, avisando.
Y a los que me conocen de veras les diré aún más:
cuando quieran, quieran en verso,
que la prosa se nos escapa a todos de las manos.
Para mí son sagrados, y trato con ellos
como sabéis que trato a los dioses.
Desde que llegaste, no he vuelto a ver
una hora de descanso, tuya es
la llave de mi calle y de mi casa,
el río, el corazón y el reino que creí
vendrían a esperarme bajo el sol.
Ahora sólo un sueño me consume
en tus brazos y tu nombre y caigo
sobre el deseo de saber y de ti.
Siendo débil añoro la ignorancia,
maldita sea entraña por entraña,
que no me supo avisar de tu llegada.
Perdón si no soy el resto de las opciones.