lunes, 5 de mayo de 2014

He visto, y no sé si era un sueño,
la ley ir cayendo grieta en la pared
como un rayo que tiene la solidez de un muro.
No las leyes, por favor, qué perdida de tiempo.
Si me hablas de Zeus entraremos
en un debate que no nos interesa. 
He visto, y no sé si era un sueño
la ley ir cayendo como las arterias conquistan
la periferia de un cuerpo o los estresijos de un órgano.
Como caen las ramas de un árbol cada vez más hacia
las nubes y los pájaros y el beso de luz.
Y no sé si era un sueño, y estabas tú, y todo esto es engaño
para una realidad tuya tan poderosa, que me ha de ser
distorsionada.

Derroteros

No te confundas, me dices, y menos
en nuestro amor, me dices. Y yo
expongo el ejemplo del desastre:
"derrotero" viene de una "derrota"
distinta a la derrota (consúltese
los diccionarios culpables
responsables o cómplices).
Y ahora ni tú ni yo podemos evitar
poner la imaginación en esos senderos
por los que imaginamos huir a escondidas
soldados de un ejército imaginario, en fuga
dispersos y ocultos y evitando las huellas;
ni tú ni yo podemos, huir, soldados, evitar
a escondidas.
Pienso en los cuerpos tras el amor exhaustos.
Pienso en los recuerdos después de la fiesta
y de la despedida tullidos de tanta amistad.
Pienso en todo lo que desaparece durante
el sexo y esos desfiladeros y correntías.
Pienso en nosotros, en nuestra deriva.
Y ahora menos, después de estas palabras
con que afrontar la nitidez del día.