lunes, 5 de diciembre de 2011

El origen del tiempo

.....El tiempo es la dificultad de un pensamiento en hacerse realidad. Fácilmente, esto se demuestra al comprobar que cuando algo en lo real se convierte en pensamiento, alcanza su eternidad. Así pues, la gota que cae o la llama que se apaga, incluso la diferencia entre la carnosa semilla y el orgulloso roble, puede ser colocada y recorrida en cualquier momento de la imaginación. Sin embargo, verificarlo hará surgir, de inmediato, el tiempo.
.....Nótese cómo en la exposición de lo anterior (y lo que vendrá) se ha repetido, en tesis y ejemplos, varias veces la misma idea. El camino desde la comprensión a la explicación y viceversa serviría para ejemplificar nuevamente la idea.
.....Esto, a la espera de una refutación más inteligente, es así.
.....Pero lo más interesante es lo que sigue: la idea de tiempo. Si atendemos a lo anterior, surge de una anulación del pensamiento por el propio pensamiento. Para ejemplificar esto, basta desarrollar una vez más el doble movimiento desde el pensamiento a lo real y viceversa.
.....Por un lado, pensar el tiempo, según lo dicho anteriormente, sólo es posible si introducimos la realización en el propio pensamiento. Es decir, pensamos una idea como realizándose y no pensándose (supongo que ya en la definición de tiempo habíamos notado la dicotomía antitética entre pensamiento y realidad). Dicho de otro modo, la idea de tiempo se convierte en un pensamiento de no-pensamiento.
.....Por otro lado, visto al revés. Si traemos el tiempo desde la realidad, observamos que la realidad no es inmediata consigo misma. Así pues, sabemos de la dificultad del día para ser noche, la dificultad del invierno para ser primavera, la dificultad del niño para ser viejo; es más, vemos que son imposibles, en la realidad, ciertas lógicas de sucesión que nos imponen la idea de tiempo. Visto de esta manera, podríamos deducir que la realidad, de por sí, ya es pensamiento, o tiene pensamiento; pero ¿alguien podría tomarse en serio dicha postura? Así, o admitimos esta manera de ver ilógica (obsérvese que se anula la dicotomía antitética entre pensamiento y realidad), o bien admitimos que esta fantasía de periodo y coincidencia no podemos tomarla como elemento definitorio del tiempo.
.....Concluyendo: el tiempo sólo se desarrolla desde el pensamiento hacia la realidad. No podemos pensar el tiempo como un elemento que se mueva de un punto a otro de la realidad (ni entre un pensamiento y otro). Tampoco podemos pensar el tiempo como una ejecución desde la realidad hacia el pensamiento. El tiempo sólo tiene, claramente, una dirección.
.....Y esto, ¿por qué es importante?: porque elimina cualquier disquisición entre si es antes el pensamiento o la realidad; al menos no puede darse una anterioridad o posterioridad temporal. El origen de la realidad o el origen del pensamiento, no es un origen en el tiempo. Sino que el tiempo tiene su origen en el pensamiento, en la dificultad del pensamiento para hacerse real. El final, la idea de fin, esto es, la realidad convertida en pensamiento, es un alcance de la eternidad, lo acrónico.
.....Tal vez veamos que las cosas se mueven, cambian, se repiten o desaparecen, pero es sólo nuestra dificultad para comprender. Como el pensamiento es real, esta ilusión y estas paradojas son inevitables. Si no fuera real, ya habría acabado.