sábado, 19 de marzo de 2016

La tierra es húmeda

A poco de escarbar encontrábamos agua.
El barro volvía el juego impracticable.
Llegábamos a casa con la ropa rebozada, tan sucia
que las lavadoras encontraban en ti y en mí su imposible.

Caminando, caminando, llegaremos hasta el mar.
Es difícil perderse, incluso de noche: duermes
o casi en el asiento de un coche, mientras conduce
tu amante, tu profesor, tu amigo, tu padre.

Él habla mucho, o apenas dice cuatro palabras,
sobre el amor, el incesto, la castración, los griegos,
la ironía o el destino; pero tú sabes que adonde 
te lleva es al mar, ese libro aún no desecado.

Miras las nubes que vienen de regreso.
A ellas podrías pedirles consejo.