sábado, 4 de octubre de 2014

Cuando lo atraparon, sus vecinos-víctimas actuarían de oficio, es decir, siguiendo la deriva general de los actos. No podemos culparles de que no reconocieran a tiempo el increíble prodigio que fue simplemente sobrevivir al incendio, el mismo que horas o minutos antes (muchas, muchos) les había entregado una lluvia de trozos de amor en cartas incandescentes (que se extinguían en el aire pero sobrevivían en sus manos). Cómo exigirles entonces que analizaran la fina, meticulosa, sostenida, orfebrería, arquitectura, pedagogía, de su crimen.