lunes, 5 de marzo de 2018

Bien claro

Ciego dolor, ¡qué poco escuchas, dolor ciego!
Parloteas, parloteas, y nunca sabes de lo que hablas.
No sabes por qué dueles ni quién obedece
tu canto.
Todos sueñan con un mundo a la medida de sus quejas.
Todos sueñan que se ofenden porque
el detalle quiere escapar de sus gritos.
Las leyes parlotean, y los deudores se ofenden.
Los poemas parlotean y el público se ofenden.
Culpa, ofensa, dolor, laureles del imperio.
Quien nace llorando ha de vivir empapado
de quejas, respirando dolor, dolor ciego.
Quién pudiera actuar sordo por completo
a los discursos del mundo, o mejor,
quién pudiera pasar su viaje atado por sus sordos remeros al mástil del deseo,
al barco de la memoria inventada,
o a las rocas siempre futuras,
siempre futuras,
de la muerte.