1. Léase la verdad como ese castillo
erigido-erguido para una bella durmiente.
2. El ingenuo príncipe, cegado por el sueño
de la princesa, no comprende que su verdadera
amante es la zarza.
3. El lector olvida que el verdadero castillo
es el cuento: sus ladrillos
son las zarzas, es la belleza, son los sueños.
4. El cuento no quiere decir nada.
Zarzas, piedras, belleza, sueños no dicen
nada. Creer oír un querer es
pincharse con la rueca.
5. Cuando el ingenuo príncipe besa la belleza,
la verdad abandona sus sueños, el cuento se acaba.
6. Si este cuento habla de la verdad,
habla de aquello que no ha sido invitado.
7. Si vivieron felices es porque la mujer
pudo contarle cien años de sueños.